Mariló Pujol

unque el movimiento impresionista apareció a finales del siglo XIX sigue estando presente en la mente de muchos pintores actuales, principalmente por la manera de representar en sus obras el color y la luz desde una perspectiva donde la realidad pasa a un segundo plano ya que lo verdaderamente importante es plasmar la atmosfera existente, se trate de un paisaje o un interior, además de reflejar los efectos que se producen a cada instante. Precisamente todo ello es lo que vemos en cada una de las obras de Mariló Pujol. Una pintora que desde sus inicios se sintió atraída por esta tendencia y que sigue manteniéndose fiel a ella. De todos modos, también siente cierta inclinación por el surrealismo, realismo, y el cubismo, al menos en algunas de sus creaciones más recientes.

Una de las características que mejor definen su obra es que capta lo más esencial tanto si lo hace de forma directa o bien fruto de su imaginación. Sea de un modo u otro, lo que le interesa primordialmente es explorar y ahondar a través de sus óleos en diferentes temáticas: paisaje urbano, rural y marino, vida cotidiana, figura, interior, flutal… En realidad, le emociona todo aquello que tenga un determinado vitalismo. Por ello la mayoría de sus trabajos transmiten optimismo, y en el caso de que no sea así, al menos cierta esperanza.

Se da la circunstancia de que en sus paisajes no aparecen personajes, al no considerarlo necesario y que podría desviar la atención del espectador. Lo mismo ocurre en los temas frutales, cuyo principal protagonista es la propia naturaleza.

Respecto a los interiores y escenas de la vida cotidiana es donde se puede apreciar el grado de sensibilidad que la artista muestra por ambas temáticas. Por un lado, son de una gran expresividad y por otro buscan la complicidad de quien las observa como, por ejemplo, cuando una madre y su hija se abrazan, dos amigas conversan distendidamente mientras toman una copa, un hombre está trabajando en un mercado de abastos o bien una escena en que se ven dos paraguas y un recipiente con piñas.

En conjunto hemos de agradecer a Mariló Pujol que sus obras destilen al unísono emociones y sentimientos, consiguiendo que nos vuelvan más humanos y próximos a nuestro entorno más inmediato. La honestidad y modestia de sus propuestas plásticas demuestra que el arte sigue siendo un excelente canal de entendimiento y compresión frente a tantos problemas que nos acucian.

Ramon Casalé Soler
Museólogo, historiador y crítico de arte

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